El Remordimiento
He cometido el peor de los pecados
Que un hombre puede cometer. No he sido
Feliz. Que los glaciares del olvido
Me arrastren y me pierdan, despiadados
Mis padres me engrendraron para el juego
Arriesgado y hermoso de la vida.
Para la tierra, el agua, el aire, el fuego
Los defraudé. No fui feliz. Cumplida
No fue su joven voluntad. Mi mente
Se aplicó a las simétricas porfías
Del arte, que entreteje naderías
Me legaron valor. No fui valiente.
No me abandona. Siempre está a mi lado
La sombra de haber sido un desdichado.
Everness
Sólo una cosa no hay. Es el olvido.
Dios, que salva en metal, salva la escoria
Y cifra en su profética memoria
Las lunas que serán y las que ha sido.
Ya todo está. Los miles de reflejos
Que entre los dos crepúsculos del día
Tu rosto fue dejando en los espejos
Y los que irá dejando todavía.
Y todo es una parte del diverso
Cristal de su memoria, el universo;
No tienen fin sus arduos corredores
Y las puertas si cierran a tu paso;
Sólo del otro lado del ocaso
Verás los Arquetipos y Esplendores.
El poema de los dons
Nadie rebaje a lágrima o reproche
Esta declaración de la maestria
De Dios, que con magnífica ironia
Me dio a la vez los libros y la noche.
De esta ciudad de libros hizo dueños
A unos ojos sin luz, que sólo pueden
Leer en las bibliotecas de los sueños
Los insensatos párrafos que ceden
Las albas a su afán. En vano el día
Les prodiga sus libros infinitos.
Arduos como los arduos manuscritos
Que perecieron en Alejandría.
De hambre y de sed (narra una historia griega)
Muere un rey entre fuentes y jardines;
Yo fatigo sin rumbo los confines
De esta alta y honda biblioteca ciega.
Enciclopedias, atlas, el Oriente
y el Ocidente, siglos, dinastias,
Símbolos, cosmos y cosmogonias
Brindan los muros, pero inutilmente.
Lento en mi sombra, la penumbra hueca
Exploro con el báculo indeciso,
Yo, que me figuraba el Paraíso
Bajo la especie de una biblioteca.
Algo, que ciertamente no se nombra
Con la palabra azar, rige estas cosas;
Otro ya recibió en otras borrosas
Tardes los muchos libros y la sombra.
Al errar por las lentas galerías
Suelo sentir con vago horror sagrado
Que soy el otro, el muerto, que habrá dado
Los mismos pasos en los mismos días.
Cual de los dos escribe este poema
De un yo plural y de una sola sombra?
Qué importa la palabra que me nombra
Se es indiviso y uno el anatema?
Groussac* o Borges, miro este querido
Mundo que se deforma y que se apaga
En una pálida ceniza vaga
Que se parece al sueño y al olvido.
(*Paul Groussac, também cego, antecedeu Borges na direção da Biblioteca Nacional)
Os poemas de Borges foram obtidos do livro-entrevista Borges na Luz de Borges de meu grande amigo poeta Thiago de Mello, Pontes Editores, Campinas, 1992.
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